La vida es demasiado corta


Si cada día al despertar recordara lo corta que es la vida, despertaría con una sonrisa siempre. Yo sé que suena a frase trillada y a estribillo de canción popular, pero es la verdad.
Lo que sucede es que nos creemos merecedores del don de la vida y olvidamos que esta, es solo un instante y que en cualquier momento ese segundo se puede desvanecer.

Nos creemos tan seguros de la vida que nos enfrascamos en batallas con nosotros mismos. Dejamos de hablarle al vecino o al amigo. Pensamos que nuestra familia y seres queridos saben que los amamos y por eso, no les decimos lo importante que son en nuestras vidas.
¿Para qué le voy a decir que lo quiero? -Si ya lo sabe. Esa es nuestra lógica absurda.

Trabajamos sin cesar porque queremos el mejor auto, el reloj de moda, la casa de nuestros sueños, el iPhone 8 y cuanta cosa nos hace creer la publicidad que necesitamos. Y sí, el dinero es importante, pero lo es aún más la salud y la vida misma. Si dejo de existir mañana, podrá el dinero revivirme.
No lo creo. Hay que disfrutar el instante, el momento y los verdaderos milagros que tenemos al lado.

Y hoy, recordé eso porque fue hace justo un año cuando desperté con una noticia que pensé...era una equivocación. Un amigo nos había dejado. Muchos sueños quedaron inconclusos en su vida. Hacía un par de días me había enviado un audio a mi celular y pensé que tendría tiempo para contestarlo, pero no fue así.

Todo minuto cuenta...vinimos a ser felices, y aunque no siempre la tarea es sencilla debemos intentarlo. Aprovechar los minutos, los segundos. Abrir los ojos cada mañana y cerrarlos por la noche. Eso es un verdadero milagro que Dios hace en nuestra vidas que cada día debemos agradecer.

Agradecer por aquellos que pasan por nuestras vidas, porque todos nos enseñan y nos dejan algo de sí mismos. Yo aprendí mucho de Gabriel Badilla y hoy, su partida me recuerda que la vida es un instante solamente y que debemos abrazarnos a ella mientras podamos.

Muchas fueron las ocasiones en las que conversamos, pero fue a partir de este momento que conocí a otro Gabriel...uno que sonreía, decía chistes y hablaba de su vida sin velos. Parecía que se había reconciliado consigo mismo...desde entonces la vida me regaló un gran amigo que me sigue dando lecciones que debo aprender. La principal....aprovechar la vida, ser feliz y no desperdiciar las segundas oportunidades que Dios nos da.

http://www.aldia.cr/m/mas-deportes/Gabriel_Badilla-Saprissa_0_124787544.html





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