El fútbol y yo
Si alguien me regalara un viaje en la máquina del tiempo, para volver al momento que más he disfrutado en mi carrera como periodista, no tendría que pensarlo demasiado. Sería la època en la que cubría deportes. Quince años trabajé para Al Día; hice casi de todo...pero fue hasta que llegó la etapa de Al Día Deportivo que aprendí a llorar, decir improperios y a celebrar a puro brinco en medio de un partidito con el equipo de mis amores.
Fue la vida misma la que me llevó a una cancha de la que no conocía ni el nombre del portero de la Selección. A dos que tres personajes del deporte eran los que había visto y no muy bien. Durante tres semanas me tocó desayunar, almorzar y cenar fútbol. Primero haciendo listas y buscándolos en Google para por lo menos conocerles la cara. El siguiente paso...las conferencias de prensa, en las que me pasaban de lado, porque ni sabían quien era yo. Fue como empezar de nuevo en mi carrera.
Pero como la vergüenza en esta profesión no sirve para nada, les salía al paso, me presentaba y les decía que me regalaran cinco minutos. Primero llegó una entrevista, acompañada de una sesión de fotos muy cuidada; hasta los chiquillos magos del lente del estudio fotográfico de entonces me dieron una manita y su talento.
Fue así como poco a poco me fui adentrando en un campo muy poco conocido para mí: los deportes. Tenía un cuaderno lleno de nombres por buscar, deportistas élite como Gabriela Traña, Nery Brenes, Hanna Gabriels, y los camerinos completos de la primera división del fútbol nacional. Luego añadiría a nuestros bien ponderados legionarios.
Veía pasar las horas en Alajuela, Heredia y claro....El Proyecto Gol, a este último llegue a ir en los últimos meses de mi estadía en AD, hasta dos veces en un mismo día. Al Puerto, Saprissa, Cartaguito y otros equipos les daba fuerte marcaje telefónico.
El Alejandro Morera y el Rosabal Cordero se convirtieron en mis segundas casas. Afuera de sus camerinos sentada en las bancas esperaba a que terminaran su entrenamiento los jugadores. Era ahí donde durante varios minutos pasaban conversando sobre las entrevistas que haríamos y en las que, podrían acercarse a los lectores en su otra faceta, la más personal. Y fue entonces cuando pude conocer a lo más valioso de sus vidas, sus familias y su hogar.
Durante los años que permanecí en esa fuente pude conocer no solo a futbolistas, atletas y deportistas populares o en ascenso. Conocí a gente maravillosa sin excepción. Nadie, absolutamente nadie dijo "no" a contestar una pregunta por más disparatada que esta podía parecer. Recuerdo una entrevista con el enorme Keylor Navas, quien habló de La Usurpadora (abajo el link).
Me facilitaron el trabajo y la posibilidad de ponerle comida en la mesa a mi hija durante esos años.
Trabajar con ellos fue un placer y un honor. Conocerlos a todos fue respetarlos y comprenderlos. No todos han tenido vidas sencillas y no por eso dejan de luchar y sonreír. Al final terminé en cumpleaños, bodas, cafecitos y hasta siendo participe de alguna pequeña anécdota ( que jamás verá la luz porque la discreción es fundamental en muchas ocasiones).
Me salvaron en más de una ocasión cuando el cierre del diario apremiaba y me hacía falta una nota. Fue así como la complicidad surgió y conocí de tácticas, que a veces veía al Machillo aplicar en pleno entrenamiento.
El amor por el fútbol fue inevitable. Y entonces supe de nosotros, la afición. Como no iba a llorar cuando no anotaba la Selección o no iba a celebrar haberle ganador a México. O no haber dejado de hablar tras perder un campeonato nacional.
El fútbol y el deporte son pasiones, es compartir el vínculo del éxito y la derrota con sus protagonistas. Es sentirse parte de su proceso y jugar con ellos en la cancha. Nosotros somos tan éxitosos como nuestras camisetas. Lo entendía y aún los sufro cuando pierden.
Jamás había conocido gente tan sencilla y verdadera en mi vida. Personajes honestos y fuera de pose. Cuando brindan su mano lo hacen en serio y para siempre. Y te hacen merecedores de privilegios como entrar a sus casas. Algo que no a todo el mundo le permiten como el Chiqui Brenes, quien cuida con recelo y mucha razón su intimidad.
Ser testigo en primera fila de como se preparaba la Selección fue una experiencia incomparable. La emoción de vivir ese momento, escuchar y ver lo que pasó, nadie me contaba ni tenía que leerlo. Yo estuve ahí en sus últimos meses antes de que viajaran a Brasil. Claro, gane algunos grados más de color bajo aquel sol que parecía consumirnos al propio. ¡Una Selección de lujo!
Jorge Luis Pinto es un apartado distinto, pese a lo que se ha dicho, durante nuestra primera entrevista lo vi llorar, venía llegando de la clasificación. Muchas otras ocasiones tuvimos para conversar; para mi siempre tuvo una respuesta y hasta vacilamos de una foto suya publicada en SoHo varios años atrás.
Durante esos años surgió la que es hasta hoy una verdadera pasión, el fútbol. Y de aquellos años conservo los mejores recuerdos, experiencias y aprendizajes de mi vida profesional y personal. Eso sucede cuando la vida te premia y te pone en el camino de gente honesta y maravillosa como la que yo tuve la suerte de conocer en mis años en Al Dia Deportivo.



Comentarios
Publicar un comentario